El Programa. Paso Siete LXXI

Hay momentos en los que siento desasosiego, algo no me deja estar a gusto; en esos momentos intento salir de mí, miro a ver cómo está la vida de los demás, de los más cercanos, al no poder encontrar mi propio equilibrio intento equilibrar a los demás. Los antiguos hábitos intentan no ser olvidados; el hábito de huir de mí, ese que tantos problemas me ha dado al no buscar mi honestidad, tapar mis angustias con la vida de los otros. El Programa me ha enseñado a dar prioridades, quererme primero para poder querer a los demás; buscar mi propio equilibrio primero para poder ayudar a que los demás se equilibren. En esto se basa El Programa, en buscar siempre dentro de mí el estado que me hace estar mal. No es lo que dice, lo que hace otra persona, eso es mi excusa para huir de mí, no querer sentir esa sensación propia desagradable. Es inútil, es conflictivo, intentar ayudar a los demás cuando estoy en un momento alterado, poder aceptarme como lo que es, un momento en el que necesito recuperar mi estado de bienestar antes de querer arreglar la vida de los demás. Es también aquí cuando la impaciencia se manifiesta, no permitiéndome aplazar lo que me conviene, haciéndome decir cosas a otra persona cuando en ese momento tengo mis emociones alteradas. Poder derrotarme ante la impaciencia me permite no entrar en conflicto; posponer cualquier crítica a otras personas como huida, eso me ayuda para acercarme a la buena vida.