El Programa. Paso Siete XXVIII

Hay un estado de ánimo en el que me encuentro unido a todos; es un sensación de humildad por un lado, de fortaleza por otro, de serenidad. Es un estado en el que puedo plantear a otras personas los temas más crudos sin sentir que provoco el rechazo de nadie, no se sienten ofendidos por mis palabras. Es cuando noto sus emociones, las motivaciones de los demás, cuando no solo miro desde mi punto de vista sino que puedo sentir lo que los demás quieren expresar, saber que detrás de sus palabras también hay buenas voluntades, como la mía, que quieren que las cosas vayan mejor. Es cuando muestro mi cara más amable, la energía más fuerte en mis convicciones, cuando noto que mis palabras llegan a sus oídos con agrado. Es en esa forma de manifestarme cuando he visto como otros han cambiado de opinión, como yo he cambiado la mía. Hoy lo he vivido, he visto como las palabras que decía no han estado sujetas a la impaciencia, cuando he logrado escapar de los sentimientos que me hacen dar un tono de urgencia a mis argumentos, de que la opinión que digo es la mejor, la que habría que hacer para el bien común. Ha sido un sentimiento de esperanza el que me ha hecho dar prioridades, la primera sentirme cerca de los demás, la segunda ayudarnos a mejorar. De nada me vale querer ayudar, en lo que nos proponemos, si lo que consigo es justo lo contrario, alejarme de ellos. Mantener ese estado de ánimo, humilde, amable, fuerte, sereno, me acerca a la buena vida.