Octava tradición

El fin que sale de nuestra mejor parte. “El grupo nunca tendrá carácter profesional, pero nuestros centros de servicios pueden emplear trabajadores especiales”. En mi plan de vida tengo cosas que me aportan bienestar económico, que las hago por interés, como el trabajo, otras que me aportan bienestar físico, mental y espiritual como los alimentos, el deporte, leer, escribir, la Naturaleza, compartir con otras personas; muchas cosas las hago de manera interesada para estar bien, mi sano juicio se preocupa de mí. Pero hay otras cosas en mi plan de vida que me mueve algo nuevo, desinteresado, El Programa. Lo que más me a atraído de este Programa es la generosidad con que sus miembros actúan. Yo, uno nuevo, desconocido, con poca autoestima; ellos me dieron su ternura sin pedir nada a cambio, sólo les interesaba mi recuperación, que dejara de sufrir. He llegado a tomar conciencia de que el verdadero milagro, ese que consigue hacer algo donde la ciencia se siente impotente, ese se logra cuando no existen intereses económicos, de poder, de prestigio, de nada, cuando sólo el amor por el que sufre es el que lo mueve. Lo que me han enseñado estas personas es a no dejarme llevar por mis ambiciones. Siento que tengo sano juicio cuando no intento tener más a cambio de ayudar a otros, cuando soy capaz de hacerlo de una manera desinteresada, en ese momento siento que me aprecio más, que los demás me dan su afecto y cariño; eso me acerca a la buena vida.