El Programa. Paso Cinco I

En qué cantidad de situaciones la vida me pide paciencia. Ver algo que no me gusta, sentir que tengo que hacer algo, de inmediato, mostrar a la otra persona, de esa manera, mi rechazo, mostrarme ofendido. Esta actitud está tan metida en mi naturaleza, solo algo parecido a un milagro me la podría quitar. Mis pensamientos me engañan cuando me dicen que lo que tengo que hacer es reaccionar ante lo que no me gusta, lo que no es como yo quiero que sea. Dejar de actuar en el aquí, ahora, por el de parar, pensar. La impaciencia me ha ocasionado innumerables problemas, mostrar mi rechazo a comportamientos de otros, forzar a que las cosas sucedan, son dos actitudes que me definen, sin embargo verme quieto, sereno, sosegado, sin responder ante lo que me produce rechazo es algo inimaginable, algo que me permitiría transmitir calma, a mí, a los demás. Esto no quiere decir dejar que abusen de mí, no significa ser pasivo, todo lo contrario, ser activo, parar, pensar en cómo voy a afrontar la situación que me hace sentir mal, en cómo y cuando voy a abordar el problema, ser más efectivo en vez de conflictivo. El milagro que siento necesario solo podría venir a través de mi derrota ante la impaciencia. Al igual que en otras derrotas, hay algo que me dejo en el camino, pero a la vez elijo otra forma de vivir, más serena, tranquila, sosegada, más quieta, que evita conflictos, más conectada conmigo, con los demás, con todo, me acerco a la buena vida.