El Programa. Paso Tres XXVI

La espiritualidad, tal y como yo la concibo “Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de un Poder Superior, tal y como cada uno lo conciba”. El momento más espiritual que he tenido ha sido el día a partir del que desaparecieron mis temores. Todo, lo bueno, lo malo, los veo como parte de la vida; busco mi sano juicio, dejo la autocompasión, me pongo en acción hacia lo que me conviene, lo que mejora mi vida, la de los que están conmigo. Siento la grandeza de la que formo parte, de todo lo que vive, noto mi insignificancia en ella, mis deseos pierden fuerza, desdramatizo los problemas. Conecto conmigo, con los demás, con todo lo que vive, con todo. La espiritualidad logra que dé un sentido a mi vida, me hace verme como un instrumento para que este mundo sea mejor, me pide que yo sea mejor; cambia mis pensamientos suicidas por otros vitalistas. La espiritualidad hace que sienta que mi alma ya nunca dejará de pertenecer a este mundo. Hace que me sienta un afortunado, agradecido de poder disfrutar de todo lo que es la vida, de estar vivo, hoy. Logra hacer más pequeño a mi ego, mis deseos pierden importancia, saca más veces mi mejor parte, la más atenta, honesta, cariñosa, humilde, me hace más libre. Hace que me sienta una persona de valor, con derecho a disfrutar de la vida. La espiritualidad, a través de los buenos sentimientos que mueven al mundo, logra que me sienta querido. La espiritualidad, cuando creo que la tengo la pierdo, cuando la busco la encuentro, Ella me acerca a la buena vida